Tu acomodado en un sillón, yo de rodillas en tu entrepierna, tu miembro frente a mi cara, erecto y provocante, me invita de manera salvaje y exquisita.
Quiero entregarte unos minutos de placer. Te libero de la ropa que empieza a sobrarte, encuentro el tesoro y lo cojo entre mis manos... Lo miro, ya es mío. Lo acaricio, lo maleo a mi manera, lo quiero duro... A escasos milímetros, noto cómo crece. Recorro todo ese tronco, lo disfruto, inhalo su aroma a macho, desde el tronco hasta el capullo.
Mis pezones erectos, la piel erizada, mi boca se hace agua, mi lengua ansiosa, mi entrepierna se inunda toda simultáneamente. ..Soy como una gatita en celo, dando lametones largos y suaves a su juguete.
¡Qué delicia!
La envuelvo, abro toda mi boca para absorberla por completo, mi saliva te lubrica, resbala en mis labios, palpita en mi boca.
Tus manos en mi cabeza apoyadas sujetan mi pelo y marcan un ritmo, acelerando constantes, acelerando suspiros; mientras sientes que ahora eres mi semen, y yo tu adicta, lo veo brotar, y sin dejarlo escapar, disfruto de cada gota tibia que emanas sobre mi pecho…
Me levanto, subes mi falda, tus ojos se clavan en mis piernas.
-Ven, humedece tus labios en mi..
-Sí, bonita, tu coño es mío…